La noche más oscura por la inesperada niebla se volvió noche
de luz. Cientos de personas llenaban la Iglesia de Santa María la Real de La
Hiniesta. En el magnífico pórtico treinta vecinos de La Hiniesta, inquietos
tras semanas de ensayos y con los nervios propios de lo inminente, empezaron a
entornar los cánticos propios de esta austera representación del nacimiento del
Hijo de Dios. Solo los aplausos rompían, de vez en cuando, el silencio atento
de los asistentes. La comitiva de pastores se adentró en el templo tras los
permisos preceptivos del cura y el alcalde.
Al frente el pastor con la cordera, que al principio parecía
asustada y que pronto se adaptó a la situación. El ángel anunciaba la gran
noticia y la zagala respondía con la disposición humilde pero generosa de este
pueblo. Después fueron los magos de oriente quienes reproduciendo la escena del
pórtico gótico se postraron ante la criatura recién nacida. Y tras los reyes el
pueblo entero encabezado por sus pastores y zagalas ofreció cobijo y protección
al indefenso niño Dios.
Noche de celebración, de encuentro, de recuperar tradiciones
y construir pueblo. Noche que se hizo magia en torno la pluralidad de quienes
vivimos en este sueño. Sueño que se hace realidad. Y juntos compartieron misa y
mesa alrededor de un caliente chocolate y una rica conversación. Y el pueblo
estaba lleno, porque Juntos Somos Más.
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